domingo, 26 de agosto de 2012

¿Rock & Roll?

Hacía meses que se había programado un "festival de música punk-rock" para el viernes 24 de Agosto,  con un cartel bastante bueno, justo al ladito de mi casa. ¡No lo podía creer!. Encima con cama, ducha y aire acondicionado. Por una vez no necesitaba coger el coche y trasladarme no se cuantos miles de kilómetros para pasar una noche de rock & roll. 

Decidimos comprar las entradas lo antes posible olvidándome por completo que soy una gafe y que con los años me he dado cuenta que eso de la utopía no existe.

Los organizadores del evento nos explicaron con claridad el funcionamiento del concierto. Sinceramente no me hizo ninguna gracia que no me dieran la libertad de entrar y salir del recinto cada vez que a mi me diera la santa gana. Me obligaban a aguantar allí pesara lo que pesara ya que si salia tenía que volver a pasar por taquilla. Pensé entre mis adentros que eran un grupo de peseteros y que eso lo hacían para que no tuvieramos mas remedio de consumir en la barra, tanto bebida como comida. Se evitaban que yo tuviera mi botellita de ron preparada en el coche y así ahorrarme unas pelillas, que con la que esta cayendo en este país, es de agradecer. ¡Egoístas, to'pa'vosotros!. También montaban una zona de acampada, pero eso a mi no me afectaba por una vez en la vida. Compremos las entradas igualmente, ya que pese a los inconvenientes tenía muchas ganas de pegarme el festival a ritmo de los Siniestro Total. 

A los pocos días de hacer la inversión para una noche loca, algo empezaba a oler a quemado en la ciudad de Reus. Me llamó una muy buena amiga dándome la noticia: "Todavía no era seguro... pero el festival posiblemente no se realizaría porque la organización no había pagado a los grupos". Increíble. Pensé otra vez que la utopía no existe y que ya había empezado a actuar el componente gafe que tengo. Le dije, que bueno, que todavía no era seguro, y que yo, actualmente residente en la ciudad no me había enterado de nada. !Al contrario¡ Mi facebook estaba plagado de ganas y motivación por parte de la organización. Finalmente la noticia solo quedó en un pequeño susto y encima el festival se había alargado a un día más, con grupillos amateurs de la zona ,pero algo es algo.

El viernes 24 de Agosto amanecía envuelto en un calor sofocante. Me levanté de la cama con una sensación extraña. ¿Sabeís esa sensación de que algo malo va a pasar? Ese sexto sentido cada vez era más fuerte. A media mañana mi smarthphone empezaba a sonar: mis amigos se estaban rajando a venir a Reus. Me cabreé un poquillo pero pensé que con el mal royito que tenía en el cuerpo no era necesario meterle más, así que me preparé un vermuth y me puse a pensar en Ira. Sabía con seguridad que ella no me fallaría, ya que tenía tantas ganas como yo o más, de bailar al son de las baladas para sordos de los Porretas

Ira tenía que venir a comer, así que me puse en contacto con ella para saber lo que tardaría. Se había dormido. Yo se que ella es de natural marmota, pero ¡Joder! si quedamos para comer no te levantes de la cama a la una de mediodía sabiendo que tienes una hora de camino en tren. Pero finalmente llegó, tarde pero llegó, y al alcohol de los vermuth ya estaba dando sus efectos.  

La mala sensación que recorrió mi cuerpo durante todo el día  ,entre sangría y sangría, se fue disipando, y la tarde empezaba a apuntar maneras. 

Cuatro de la tarde: suena el móvil de Ira. El concierto se anulaba. ¡¿Qué!? ¿Me tomas el pelo no?. Me conecte apresuradamente a mi facebook. Efectivamente, la organicación publicaba que el ayuntamiento lo había anulado, que se estaban produciendo cargas policiales, se estaban llevando a la gente detenida, y la organización se había atrincherado dentro del recinto con los grupos que, cumpliendo con su contrato, ya habían llegado y probado el sonido. Decidimos ir a las barricadas. 

A los pocos minutos lleguemos a la zona habilitada para el concierto y allí había cuatro gatos y tres maderos. No me acababa de enterar de lo que estaba pasando. Ni gritos, ni insultos contra la autoridad. La organización y los grupos ,efectivamente, se habían atrincherado en el recinto, pero de la juventud rebelde y luchadora no había ni rastro. Cuatro espantapájaros haciendo el papel de meros espectadores bajo un sol de justicia. 

Intenté telefonear a un viejo amigo que a lo mejor me podría informar mejor de lo que estaba pasando, ya que sabía seguro que tenía información privilegiada, pero no contestó, así que empecé a mobilizarme y a preguntar los espantapájaros. Una pareja que acabavan de llegar de Barcelona, muy amablemente nos informaron de lo poco que sabían, pero al poco rato aparecío la mujer de uno de los organizadores, al más puro estilo "princesa del pueblo", e intentó mobilizar a los cuatro que estábamos allí para ir al ayuntamineto, ya que según ella era la mejor opción. Pensemos que era buena idea, ya que al menos estábamos al ladito de casa, y si continuaba la cosa así, lo mejor era preparar la retirada. Así que pese a su comentario en voz muy alta "Me estoy jugando mi dinero", decidimos seguirla. 

Si en la zona del recinto eramos cuatro gatos, en el ayuntamiento eramos la mitad de estos. ¿Donde se habían metido las miles de personas que compraron sus entradas anticipadas hasta el punto de agotarlas? ¿Donde se habian quedado las ganas de luchar? Yo tenía ganas de romperle la cara a la alcaldesa en funciones que era la que había dado la orden de suspensión, y no por las ganas de fiesta, sino por que ya había pagado el precio de mi entrada y por que la incoherencia de la situación estaba rozando el absurdo. No entendía porque tres horas antes de abrir las puertas se habían tomado esas medidas y sin dar explicación alguna. Empezamos a especular sobre la posiblidad de ser un problema político, o porque al mismísimo partido popular no le daba la gana de que en su ciudad sonaran grupos que cuentan con letras reivindicativas. Necesitaba una explicación. 

Tres horas después, equivalentes a unas cuantas cervezas al sol, se anulaba el concierto definitivamente sin ninguna explicación, así que decidimos pasar por casa a buscar unos tragos e irnos a la zona de conciertos donde habíamos quedado con unos amigos para decidir que hacíamos esa noche. 

Nosotros al final nos metimos el festivalon. Siempre nos quedaba el bar Kalea de Salou para pasar una noche de rock&roll. Así que imaginaós la noche entre chupito de vozka negro y cubalitro de ron. 

Solo deciros que de esta he aprendido que hay grupos de música que creen en lo que dicen como son Reincidentes, Narco, Siniestro Total y Bajolicencia; que la juventud de hoy en día da asco y esta más preocupada por lo guapos que tienen que ser que por luchar por una causa; y que el político siempre será el político ,sea del color que sea, y siempre tendrá la última palabra y será el que maneje nuestras vidas. 
 
Desde mi blog, y todavía a la espera de un comunicado oficial, os animo a desenchufar el televisor, salir a la calle y a aprender a preocuparos de la realidad. Como dijo Salvador Allende: "Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica".




miércoles, 22 de agosto de 2012

¡Ahora sí que sí!


Nos pasamos todo el invierno deseando que llegue el verano. El invierno se hace eterno y llega un punto que acabamos hasta las narices de abrigos, botas, bufandas y olas de frío siberianas. Los días son grises, lluviosos y tristes. Solo pensamos en lo bien que lo pasamos en verano, mojito en mano y largos días al tumbados en la arena al sol. 

Hoy es verano, pleno agosto. No puedo dormir porque el calor es asfixiante. Me levanto sin ganas de nada. Solo pienso en poner el aire acondicionado para dejar de sudar, y por otra parte me preocupa la factura que luz que llegará este mes previa subida del I.V.A. Pienso en ir a la playa. 

Seguro que habéis probado de ir a la playa en pleno agosto. Es agobiante. Si vives un poco alejado de la costa lo primero que te encuentras es una larga cola de vehículos, que como tú, han pensado que la mejor opción de hoy era ir a la playa. 

Si consigues llegar a tu destino, has de buscar un sitio para aparcar. Vueltas y vueltas y más vueltas. Cuando consigues dejar dejar tu coche mal aparcado delante de un contenedor de basura, pensando positivamente que a esas horas a nadie le va a molestar que ocupes ese sitio, llega la hora de descargar. Descargas toallas, sombrillas, neveras, chancletas, la revista para pasar el rato, el bolsón con Ipod, móvil, llaves del coche, monedero, cremas solares y protectores, peine, y cinco mil enseres más que sabes que no los vas a utilizar pero los llevas "por si acaso". ¡Ah! Y si vas con niños tienes que contar con descargar flotadores, manguitos, cubo, pala, balón de playa, y varios juguetitos más para que el niño se entretenga y no te caliente la cabeza. 

Después de caminar largo rato, cargado, sin manos, y sudando, llegas a la arena, respiras hondo, y ves como tu ilusión de pasar un día tranquilo de playa se va desmoronando al igual que un castillo de arena cuando sube la marea. 

¡Todo petaó! Visualizas a lo lejos algún rincón donde dejar tus abalorios. No ves nada. Solo sombrillas. Entonces decides tomar una dirección dependiendo del día, o la costumbre que tengas de situarte en un lado de la playa o en otro.

¡Ahora empieza lo bueno! Momento masoquista de la raza humana: Caminar por la arena. Pones el primer pié en esa arena fina, brillante, de color tostado, y ardiendo. Te quemas el pié. Retrocedes y vuelves a visualizar tu destino. Como vuelves a comprobar que no hay hueco donde meterte, eliges ir más cerca de lo previsto. Uno... dos... y tres ¡Empiezas a correr! "¡Corre corre que me quemo!". 

Por fin encuentras un sitio, cerca del agua. Alegría. Ahora sí que sí. Te las ingenias para colocar la sombrilla, siempre haciéndote el experto mirando al sol para descifrar hacia donde se moverá la sombra. Apartas latas, trozos de bocata putrefactos, y varias bolas de papel de Albal, y colocas la toalla. Te despelotas y ya ha llegado el momento. Por fin estarás tranquilo y relajado. 

Te estiras en la arena, y alcanzas la nevera (sí, primero te estiras y luego ya te arrastrarás por la toalla para coger la nevera evitando llenarte de arena, paradojas de la especie humana). Estas medio asfixiado y después de las peripecias para llegar a la playa solo puedes pensar en como te sentará esa cervecita fresca que has puesto en la nevera. La coges, la abres y le pegas un buen trago que a continuación escupes porque más que a cerveza sabe a meao de lo calentorra que está. "¡Mierda! Me olvidé del hielo".Levantas la cabeza y visualizas el chiringuito. Yo creo que los chiringuitos se ponen en los extremos de las playas expresamente para joderte la vida. Así que monedero en mano empieza la segunda carrera del día por la arena. De esta a la maratón. 

Con los pies al rojo vivo y sudando como un cerdo consigues pedir esa cervecita fresca que tanto anhelas. "Cuatro euros, por favor"; "¿¡Qué!?" No lo puedes creer. Te están pidiendo cuatro euros por una lata de cerveza y tu llevas la nevera llena." ¡Estafadores!" piensas mientras pagas con indignación el trago. Y vuelta a la toalla. 

Con todo el royo se te han hecho las dos y media de la tarde y tu estómago te lo está recordando, así que atacas a ese bocata que hace por lo menos cuatro o cinco horas que has preparado. Ese pan parece blandiblu, pero con lo que te han clavao por la cerveza estás para volver al chiringuito a pedir un bocadillo. Así que te lo comes a duras penas porque cada bocado se te hace una bola, y cuando acabas vuelves a pensar "¡Ahora si!", y te estiras en la toalla y te relajas a duras penas porque los niños de al lado no paran de gritar.

Eso de la digestión es una putada porque a los pocos minutos de comer te coge un sopor inevitable que te hace dormir, y después de las carreras que te has pegado por la arena, todavía más. 

"¡Que buena siesta!" piensas cuando te despiertas. El problema es que cuando dormimos profundamente no nos damos cuenta de nada, absolutamente de nada. Nuestro tiempo parece que se para, pero no. El sol va girando, y las sombras se mueven. Así que esa siesta de tres horas estirado en la arena se ha convertido en una sartén y tu eres el plato principal. Espalda quemada, y encima se te ha olvidado echarte la crema. Así que con una insolación del copón  te das cuenta que no debes estar más rato expuesto a los rayos solares. Son las seis de la tarde y que todavía tienes una tres horas para llegar a casa contando las colas. Recoges tus utensilios y decides salir ya, antes de que todo el mundo vuelva a pensar como tu, y así poder llegar tranquilito a casa. 

Llegas al lugar donde recordabas haber aparcado. Nos ves tu coche. Das unas vueltas por el lugar por si te has equivocado. Pero tu sabes que pensaste positivamente que aparcar delante de los contenedores a esas horas no molestaría a nadie. Miras los contenedores con cara de "no puede ser" y llamas al deposito de vehículos más cercano. Efectivamente se te ha llevado el coche la grúa. 

Estas a no se cuantos kilómetros de la ciudad, con utensilios en mano y en plena ola de calor africano no puedes llegar caminando al deposito. Pides un taxi que muy amablemente te deja en el lugar que has indicado por un módico precio de unos treinta euros. 

Con tus trastos de playa en mano, pagas la multa, y pagas la grúa. Ochenta euros de gracia. 
Te vas para casa, solo piensas en llegar y pegarte una ducha. La cabeza te va a reventar y la espalda la tienes como un tomate hervido. 

Después de volverte a cascar una cola de dos horas llegas a casa. "¡Ahora si que si!" Estas en casa, tranquilo y duchado. Estirado en tu sofá piensas en el gran día que has pasado en la playa: ochenta euros de multa más cuatro de la cerveza, más treinta del taxi, más veinte de gasolina: ciento treinta cuatro euros y de regalo te llevas una espalda quemada, unos pies llenos de bullofas y preparado para participar en los próximos juegos olímpicos en la modalidad de maratón con salto de obstáculos. ¡Que gran día!.




martes, 21 de agosto de 2012

Pesadilla en Elm Street


Todos tenemos miedos. El miedo, según la Wikipedia "es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, por ejemplo el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo esta relacionado con la ansiedad. El miedo es un esquema adaptativo, y constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, surgido para permitir al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. En ese sentido, es normal y beneficioso para el individuo y para su especie". A mi siempre me ha dado miedo Freddy Krueger. Miedo más que miedo me da terror. El problema viene cuando me paro a pensar el porqué de ese miedo. Nunca he sido capaz de ver una película de la saga, siempre que aparece algún trailer cierro los ojos, y sinceramente si lo analizas fríamente el personaje es un Eduardo Manostijeras de pelo corto y con una camiseta bastante chula. ¿Entonces de dónde sale ese miedo? 

Quizá, ese miedo viene porque realmente lo que me aterroriza es que me puedan dominar sin yo permitir esa dominación. Freddy se mete en tus sueños y allí, en ese lugar inaccesible de tu mente, donde tú no tienes capacidad de decisión, te ataca, se te lleva y ya no despiertas más. 

Los sueños tienen connotaciones positivas. Siempre soñamos con aspectos de nuestra vida que deseamos cambiar, con vivir otras vidas o con un maravilloso futuro. Pero con Freddy dentro de tu cabeza el sueño se convierte en pesadilla. 

Yo, para cenar, siempre evito comer olivas, porque cuando las tomo tengo pesadillas y me da miedo que en una de ellas esté Freddy esperándome y no volver a despertar. 

Quizá mi pánico por ese personaje me viene de pequeñita. Recuerdo una vez que mi tía me dijo que había ido al Tibidabo. En ese lugar mágico para los niños, en medio existe el llamado Hotel Krueger: una casa del terror donde, a mi tía, le persiguió Freddy en medio de gritos, sudores fríos y de fondo sonando la famosa cancioncilla de la película cantada por un grupo de niñas terroríficas saltando a cuerda: " Uno dos, Freddy viene por ti; Tres, cuatro, cierra bien la puerta; Cinco, seis, toma el crucifijo; Siete, ocho, no duermas aun; Nueve, diez, nunca dormirás". Debió ser la manera de contar la historia, su cara o algo de sus gestos, lo que hizo a mi cabecita de niña de seis años pensar que esa sensación nunca la quería vivir, que ese hombre era demasiado malo, y que siempre lo evitaría. Y como siempre intentamos cumplir las promesas que nos hacemos a nosotros mismos pues ahora, a mis años, todavía evito al señor Krueger. 

Pero mi miedo a que Freddy se meta en mis sueños no me afecta solamente en no ver las películas, o evitar comer olivas, sino que va más allá. Cuando empiezas a crecer y llegas a la adolescencia, ese momento de la vida que muchas personas quieren borrar de su mente, si tienes un problema personal con Freddy Krueger todo va a peor. Primero porque evitas la comunicación con compañeros que hablan de "lo buena" que es la película, cosa que te hace inadaptarte socialmente. Y segundo, porque cuando llega carnaval solo piensas en quedarte en casa para evitar ver a Freddys de pacotilla paseando por las calles de tu barrio.

Yo la adolescencia ya la superé. Pero llega un momento en que te haces adulta, y sabes que las pelis son pelis, que en el Hotel Krueger del Tibidabo hay actores y en la temporada de Halloween de Port Aventura también. Sabes se que ese Freddy de pacotilla que para carnaval pasea por tu calle no es más que el pesado de tu vecino, y que los monstruos no existen. Eres adulta, sabes todo eso, pero igualmente solo imaginarte a Freddy sales corriendo estrepitosamente hacia algún lugar lejos de esa camiseta de rayas rojas y negras. 

He intentado superar mi miedo. ¡No penséis que no! El día de mi vienticinco aniversario decidí hacer una cena de cumpleaños con mis amigos más allegados en un restaurante del terror. Ese día justamente hacían especial "Freddy vs Jason". Pensé: "¡Vamos pa'allá! Soy adulta, no me tiene que dar miedo cenar con un grupo de actores disfrazados haciendo el payaso..." Pero en el fondo estaba cagadita. Tenia que enfrentarme a Freddy cara a cara, y lo peor... pensar que al enfrentarme a ese Freddy de pacotilla podía hacer que el Freddy real se apareciera esa noche en mis sueños y no volver a despertar. La cena al final no se realizó. Pese a mi enfado con mis amigos ya que me habían fallado una vez más, una sensación de alivio corrió por mis venas. 

Años después he vuelto ha intentar enfrentarme a Freddy. Un Halloween decidimos ir a Port Aventura, el parque de atracciones por excelencia de Cataluña, y que curiosamente está al ladito de mi casa. A mi pareja le encanta este parque y por casualidades de la vida no había ido nunca a celebrar la "fiesta de los muertos" ahí. Mentalmente preparada y bocatas en mano ponemos rumbo al Parque. El día transcurrió bien a parte de alguna incidencia con algún vampiro sediento de sangre. A media tarde, a mi novio se le ocurre hacer una cola de dos horas para entrar a una casa del terror, y yo decidida la hago con él. Sabía que no perdía nada en hacer la cola, le acompañaba ese rato y tenía tiempo para mentalizarme. Cuando por fin nos tocaba entrar a la atracción volvieron todos mis miedos. Le pregunté a el mayordomo de la casa, que era el que nos guiaba, si realmente daba mucho miedo y si me tocarían. Me preocupaba realmente notar las frías y afiladas cuchillas de Freddy rozándome la cara. El hombre, muy metido en su papel de mayordomo de la familia Monster, me contestó con voz lenta y profunda que si quería entrar que entrara, que yo misma, y que nadie me tocaría si yo no tocaba. Eso me consoló unos segundos, el tiempo justo para entrar. Ya arrepindiéndome y con mi pareja pegada a mi espalda y yo cogida de la mochila de un niño de diez años por delante empecé ha avanzar en medio de una espesa columna de humo que en el fondo sosegaba mi miedo ya que no me dejaba ver nada. Solo oía gritos. La visita a la casa se me hizo eterna esperando ver aparecer a Freddy. No tuve ningún susto relevante, al contrario, como entrábamos en grupo, todo el marrón se lo comieron los que iban delante. Al final del recorrido se empezó a oír una tempestuosa discusión. Cuando lleguemos al lugar de los hechos habían encendido las luces y estaban discutiendo una actriz medio disfrazada de niña del Exorcista y un hombre de mi grupo. El hombre la había pegado porque le había asustado. Todo un panorama. Y Freddy no apareció. 

Por la noche abrían un camino del terror nuevo. Una parte del Parque estaba habilitada para pasear entre monstruos y criaturas de la noche. Sabía que Freddy me esperaba allí. Me lo pensé dos veces y me rajé. 

Otro día, decidimos ir al Tibidavo. No hay mejor manera que superar tus miedos que cortándolos desde su origen. Y si mi tía me había atemorizado por una experiéncia suya en dicho parque de atracciones, lo mejor era ir a ver al famoso Freddy que persiguió a mi tía. Pasamos un buen día, entre tormenta y tormenta pudimos subir a alguna atracción, porque mejor día no pudimos elegir para ir. A media tarde nos encontramos de frente con el Hotel Krueger. El mal royo recorrió todo mi cuerpo. Ya desde la cola se sentían los gritos. Otra vez el miedo a enfrentarme a Freddy cara a cara y que por la noche entrara en mis sueños volvía a apoderarse de mi. Después de pasear unos diez minutos por los alrededores del hotel me volví a rajar. ¡No tengo solución! ¡La imagen de Freddy Krueger me dominará para siempre! 

Si lo paro a pensar, no ha habido ni una sola vez después de mis intentos fallidos de enfrentarme a las cuchillas del personaje, que haya soñado con él. Todo un alivio si queréis que os diga la verdad. 

Hoy creo que por fin he superado mi miedo. Oficialmente hoy puedo decir que he soñado con Freddy y... ¡estoy viva!. Ha sido todo muy raro... creo que he soñado con él porque ayer por la noche, mirando la programación de televisión, me pareció oír a mi pareja decir que hacían "Pesadilla en Elm Street". No le di ninguna importancia, pero esta noche he tenido un sueño bien raro con Freddy. 

No recuerdo exactamente como ha empezado, solo recuerdo que un Freddy aparecía en nuestra ciudad, la gente estaba atemorizada porque tenia ansias de matar. Tengo la sensación de haber estado corriendo toda la noche. Encima, mi querido señor Krueger estaba obsesionado con cogerme a mí ¡Encima!¡¿No había gente para encapricharse de mi persona?! En un momento me he visto encerrada en una habitación con él. La tensión se podía cortar con uno de sus cuchillos. La ansiedad me ha hecho encenderme un cigarrillo, y de golpe, Freddy ha huido. ¡Me ha dejado de ver! Freddy, mi Freddy, ¡es ciego!, se guía por el olor que hacemos las personas, y tiene el problema que el olor del tabaco hace inhibir el olor humano y entonces te deja de perseguir. Así que, ¡ya tengo la solución! Continuaré fumando, moriré de cáncer de pulmón, pero estoy salvada de morir en las garras de Freddy Krueger. ¡Mis sueños ya están a salvo!

A partir de ahora volveré a probar a enfrentarme cara a cara con el asesino del jersey de rayas. Volveré a Port Aventura, al Tibidabo y me enfrentaré a mi vecino disfrazado de Freddy de pacotilla para carnaval. Ya os explicaré la experiencia.

lunes, 20 de agosto de 2012

Buenos Días

Hoy lunes 20 de Agosto de 2012 una persona joven, en paro, y con las esperanzas agotadas de empezar a trabajar ha decido crear un blog. ¿Por qué? Pues porque su hermana se lo recomendó, su aburrimiento ya ha alcanzado un nivel demasiado alto, o porque no dan nada en la tele. No lo sé. Pero el hecho es que hoy hay un blog que se estrena. Un blog que no sabe si volverá a ser actualizado. Un mar de dudas en la red. La intención principal, obviamente, es ser actualizado. Pero ya sabemos que una cosa es la intención y otra cosa es el hecho. Otra intención es llenar el blog de Historias Kosmikas (y sí, también de faltas de ortografía). 

Para los que no conozcáis (ahora mismo nadie) a la persona que subscribe os tendré que explicar que es eso de las Historias Kosmikas. Historias Kosmikas son esas historias que pasan en la vida, o se imaginan, o se sueñan, que son un poco subrealistas. Esas historias que les pasan a personas que por desgracia están en esta sociedad y actualmente tienen ganas de cagarse en todo. Esas historias de personas paranoides, con personalidad o sin ella, personas actuales, con problemas o sin ellos, esas historias... que son historias y que he querido nombrarlas "Kosmikas" porque me ha dado la gana. 

 Hoy os he querido dar los Buenos Días aunque mi despertar no apuntaba a tener un buen día. Para entenderlo tendremos que retroceder al sábado. El sábado 18 de agosto de 2012 se anunciaba el inicio de una ola de calor como las que hacia años que no habían. Y pese a que los hombres del tiempo siempre se equivocan, esta vez no. Así que decidimos huir de la costa y adentrarnos al interior donde eso de la brisa marina no se conoce, y las temperaturas oscilan los 40 grados, para asistir a un concierto. "Segismundo Toxicomano" (http://www.myspace.com/segismundotoxicomano) se llamaban los cabeza de cartel. Pese a mi falta de presupuesto crónica, decidimos amenizar la espera tomando cervezas. El bochorno cada vez era más fuerte, cada vez más calor, y nosotros cada vez con más cervezas en el cuerpo. Con cerveza al final te olvidas de todo, solo quieres pasarlo bien, se te va la cabeza y empiezas a calentársela al que tienes al lado, pero bueno eso ahora no viene a cuento. 

 Por fin, después de unas horas largas de espera escuchando a unos chavalitos que para ser tan jóvenes y pese a que el punk-harcore nunca me ha gustado se ha reconocer que apuntaban maneras, empezó el grupo que estábamos esperando. Dos horas de saltar, gritar, y beber sin parar. Dos horas en las que me olvidé de que había subido la media de edad del recinto, de que mi vida era una mierda, de la ola de calor africano y de todo. ¡Que grandes! ¡Qué capacidad de hacer descargar adrenalina a su público! Cuando acabaron solo pensaba en que me daba pena que los músicos estuvieran tocando y no disfrutando del espectáculo que montaban. Pero llegó la hora de retirar. No se exactamente que hora era. Así que pese a que habíamos bebido demasiado y que por el camino nos esperaban varías rotondas, puntos prediléctos para situar los controles de alcoholemia, decidimos ir a casa.

 Dormíamos en casa de mis padres. A unos 30 kilómetros del pueblo donde habíamos pasado la noche. Conseguimos llegar sin incidencias. Pero la calor cada vez era más fuerte y sumado a los efectos secundarios del alcohol, conseguir conciliar el sueño era una tarea difícil de emprender. Me dormí pensando que no me levantaría de la cama hasta mínimo las dos de la tarde. Gracias a no trabajar no estoy acostumbrada a madrugar, mínimo duermo diez horas. Y menos madrugaré si me he acostado a la hora que las calles ya están puestas y me he gastado mi presupuesto del mes en cervezas. 

 Pero no. Once de la mañana. Siento lo que para mi son gritos en casa. Pienso: "no puede ser...". Mi pareja ya se ha levantado y esta de cháchara con mi madre. ¿Por qué? o mejor ¿¡Por qué!?. Si fue dura la tarea de dormirse, más dura es la tarea de levantarse. Resaca de tres pares de narices y encima tenerla que disimular frente a la familia porque te tienen por una persona responsable que esas cosas no las hace. Así que con el termómetro marcando más de 40 grados y con toda la resaca compórtate y te levantas. ¿Os ha pasado verdad? Son esos días que recuerdas que la última vez dijiste: "No voy a beber nunca más". Esa frase que se olvida cuando consigues deshacerte de la resaca y solo recuerdas lo bien que lo pasaste, y vuelve a tu cabeza con ecos el día que decides romper con tu promesa.

 Pues nada. Tareas en casa, comida familiar y timba de poker. A ha aguantar. "Hija, ¿quieres un Martini?", "He preparado sangría para comer", "¿Un chupito de postre?". ¡No! ¡Nunca más! Y luego es cuando reflexionas y piensas que eso de beber es tradición familiar. Es lo que tienen las familias, cuando se reunen beben. Tengo una teoría respecto a esto, pero la voy a dejar para próximas publicaciones, porque si no ya me voy demasiado del tema. 

Cuando conseguimos salir de casa de mis padres tomamos carretera en coche sin aire acondicionado, con sueño acumulado y con la cabeza y el estómago a punto de reventar. Noventa kilómetros de ruta. 

¡Por fin! ¡Me voy a la cama! Esa sensación de tumbarte y notar que tu camita es una nube no tiene precio. Pero el problema viene cuando a las ocho de la mañana, en pleno sueño profundo, un vecino psicópata decide arrancar el lunes a golpe de taladro. Es como si te taladrara la cabeza directamente. "El taladro te lo metería yo por el culo" piensas mientras rebuscas por tu mesita una caja de ibuprofeno. Feliz lunes. Buen inicio de semana. ¿Quieres decir? Si empezamos el lunes de esta manera, no quiero pensar como acabaremos el domingo. Así que espero que vuestro amanecer haya sido mejor que el mio y por eso os quiero desear unos Buenos Días.